"Las bromas de José" - Subtest VI - A - (3)
José era un niño alegre, ingenioso y muy bromista. Todos temblaban cuando lo veían aparecer con su gorro encasquetado hasta las orejas, que no se sacaba casi nunca. Cuando sus ojos brillaban llenos de malicia, pronto se sabía cuál era su próxima broma: un niño metía sus manos a los bolsillos y los encontraba llenos de tierra; a una niña le aparecía una araña muerta enredada en el pelo; alguien intentaba usar un lápiz y se daba cuenta de que se lo habían cambiado por una rama seca. En la escuela a José terminaron por llamarlo Azotito, porque, realmente, era un azote.
Cuando José iba a jugar a la calle o a la plaza, ningún niño quería jugar con él. Si José jugaba fútbol, la pelota se desinflaba. Si José se ofrecía para darle vueltas a la cuerda de las niñas, siempre la cuerda terminaba por cortarse. Si José jugaba con niños chicos, la cosa terminaba en llanto. Si jugaba con niños grandes, ningún juego resultaba.
Un día sus compañeros decidieron darle una lecci6n.
—Pepe, te ves mal — le dijo Martínez—. Tienes la cara muy hinchada.
—Algo te pasa, Pepe —le dijo Paz—. Parece que se te agrandó la cabeza.
—Tienes cara de enfermo. Tienes hinchada la cabeza —le decían todos.
José comenzó a asustarse. Corrió hasta su percha, tomó su gorro, y como siempre, trató de encasquetárselo hasta las orejas. ¡Horror! No pudo colocárselo. EI gorro no le entraba.
—iQu6 terribte! —se dijo José—. Es verdad que se me hinchó la cabeza.
Desesperado, José volvió a su casa. Se sentía muy enfermo. Su cabeza le parecía enorme. Se dirigió corriendo hacia su mamá y le dijo: —Mamá, estoy enfermo. Algo terrible me pasa en la cabeza. Se me hinchó.
—Tienes cara de asustado —le respondió la mamá—. Pero yo no veo que tu cabeza esté hinchada.
—Está enorme, mamá —repetía José—. Mira, mi gorro no me entra.
—Es verdad, José —dijo la mamá—. EI gorro te queda chico. Veamos qué te pasa.
—Mamá —sollozaba José—, al gorro no le pasa nada. Es mi cabeza. Me crece, me crece.
—No es tu cabeza, José. Es tu gorro. Alguien lo achicó. Aquí está la costura que te hicieron.
La mamá tomó un par de tijeras y cortó unos cuantos hilos. —Pruébate el gorro ahora —le dijo al desconsolado José.
No muy convencido, el niño se puso su gorro. Sin ningún problema le llegó hasta las orejas. De todos modos, estaba tan cansado y asustado que tuvo que irse a la cama inmediatamente.
Desde ese día, José no ha vuelto a hacer bromas pesadas. Sin embargo, sigue siendo un niño alegre e ingenioso y se dedica a contar chistes
Todos lo encuentran muy divertido.